26 enero 2007

Vecinos invasores

Donde las invasiones no vienen del espacio sino de nuestra inconsciencia

1. Un petrolero descarga en un puerto del sur de Australia. Llena los tanques de agua de mar para usarla como lastre y vuelve a su origen, por ejemplo, el Mar del Norte. Allí vacía tanques y sentinas y con ello libera a miles de kilómetros de su área de distribución natural unos cuantos miles de millones de organismos, desde fitoplancton hasta posiblemente peces en diversos estados de desarrollo, pasando por docenas de grupos zoológicos poco favorecidos por la publicidad. Lo más habitual es que este trasiego ocasione la muerte inmediata de todos los viajeros forzosos pero ocasionalmente las condiciones ambientales del lugar de destino no son desfavorables.

2. Hablamos entonces de especies invasoras cuya entrada tiene efectos devastadores sobre los ecosistemas preexistentes. ¿O no? Las especies no tienen áreas de distribución fijas e inmutables en el tiempo sino que varían, avanzan sobre frentes de colonización, se reducen en otros sitios e incluso desaparecen. Las áreas de distribución se establecen en una suerte de equilibrios con otras especies, con las condiciones ambientales siempre cambiantes y con la capacidad de propagación: viabilidad, resistencia, dispersión.... Por ejemplo, parece que las hayas (Fagus sylvatica) entraron en la Península Ibérica hace unos pocos miles de años procedentes de Centroeuropa y aquí se extendieron sobre una buena parte del territorio. Pero no consideramos al haya una especie invasora sino autóctona. La pregunta pertinente es ¿qué diferencia las especies invasoras de las que han penetrado y se han extendido de forma natural sobre nuevos territorios?

3. La respuesta que propongo la comentábamos brevemente hace unos meses en otro blog. La "invasión" es un proceso que se diferencia de la colonización natural al menos en tres aspectos: el tiempo utilizado (breve), el mecanismo de colonización (inducido) y los sujetos implicados (especies aisladas).
Las especies tienen un área de distribución que varía en el tiempo pero la colonización de nuevas áreas o la desaparición de las antiguas será gradual pero no será protagonizada por una especie aislada sino por una comunidad más o menos surtida. El papel que esta comunidad desempeña es mantener una estabilidad que en el caso de las especies invasoras no se aplica. La escala temporal y la entrada brusca, no gradual, también son importantes porque en los movimientos naturales normalmente hay tiempo para reajustes graduales de los ecosistemas preexistentes. La consecuencia de la invasión es un desequilibrio en los ecosistemas invadidos que carecen de tiempo para adaptarse y aceptar al nuevo componente sin excesivos trumas. Este desequilibrio suele manifestarse por la desaparición de especies y por la reducción de la diversidad.

4. Dentro de este esquema general hay casos de todo tipo: especies introducidas que no ocasionan desequilibrios ni efectos negativos aparentes o especies cuya aparición tiene un efecto devastador sobre los ecosistemas anteriores. El impacto de una invasión depende de factores como la cantidad de individuos iniciales, su sensibilidad ante predadores, las condiciones ambientales, la existencia de competidores, la capacidad de reproducción y dispersión u otros menos evidentes como el grado de degradación del ecosistema invadido, que puede hacerlo más sensible. Como ejemplo de caso no traumático, los castaños (Castanea sativa) parecen ser una especie introducida en la Península Ibérica hace un par de miles de años que, sin embargo, se ha adaptado e integrado en bosques mixtos atlánticos sin efectos negativos.

5. Pero hay otros casos. El quagga era una especie de équido similar a la cebra (se dice que una subespecie) que fue aniquilado en su hábitat sudafricano a mediados del siglo XIX. Los quaggas se han reencarnado y, como decía la niña de Poltergeist, ya están aquí bajo la forma, en inglés, de quagga mussel, zebra mussel o, en español, de mejillón cebra (Dreissena polymorpha).
El mejillón cebra tiene su área de distribución natural en las cuencas de los mares Caspio y Negro. La navegación fluvial y tal vez otros mecanismos transportaron larvas de esta especie por buena parte de Europa de forma que, allá donde se encontraron cómodas, se establecieron. En estos nuevos hábitats el mejillón mostró una tasa de reproducción elevadísima, un hambre feroz y un espíritu competitivo digno de Bobby Fisher. Y encima no es comestible. Los Grandes Lagos norteamericanos fueron colonizados probablemente por la limpieza de tanques o vaciado de sentinas hace apenas 25 años. Desde entonces el mejillón cebra no ha dejado de extenderse alcanzando densidades increibles de decenas de miles de individuos por metro cuadrado. El resultado es devastador incluso para las infraestructuras humanas y no se ha encontrado solución alguna. En España han saltado las alarmas ante la expansión en algunos grandes ríos, como el Ebro. Han saltado embalses aguas arriba con lo que sólo se entiende por causas artificiales, en concreto por ser usado como cebo por pescadores poco conscientes del problema.

6. Y es que somos la especie invasora más peligrosa. No sólo somos prolíficos, destructores, voraces y resistentes sino que además adoptamos conductas de riesgo. La del petrolero es una de ellas pero hay otras más cercanas. Por ejemplo, pasen por unos grandes almacenes y echen un vistazo a las cajas de semillas para césped. Encontrarán sin gran dificultad que en la composición aparece un Paspalum paspaloides, más conocido como hierba del búfalo. En España esta gramínea se está extendiendo por todas partes cuando debería haberse quedado, por ejemplo, en las grandes praderas norteamericanas. O el Carpobrotus, una bonita crasulácea sudafricana que tapiza playas y acantilados en la costa cantábrica, eliminando de paso al resto de la flora y que se extiende desde los jardines que la consideran muy decorativa. O el amazónico camalote (Eichhornia crassipes) extendiéndose por el río Guadiana hasta cubrirlo de una espectacular alfombra verde.

El camalote en el río Guadiana (foto de diciembre de 2005 procedente de El País)

7. Al final este asunto está lo que algunos han llamado la “ruleta rusa ecológica”, un juego donde importamos y exportamos especies sin demasiada preocupación por las posibles consecuencias. Los ecosistemas son resultados de milenios de un juego complejo de interacciones y son razonablemente sólidos y resistentes ante variaciones naturales pero no están preparados ante agresiones antrópicas, mucho más devastadoras. Los desequilibrios acaban siempre igual: pérdida de diversidad, extinción de especies, un mundo más pobre...

6 comentarios:

Rubiales dijo...

Hombre Ángel,
Acabo de descubrir tu blog por medio de un compañero tuyo, y quiero darte la enhorabuena y comentarte que me ha encantado. Sobre todo, lo que más me ha gustado ha sido conocer la faceta crítica del que hasta ahora sólo conocía como un investigador...
En fin. Estoy de acuerdo con la filosofía de tu post. Está claro que nuestro potencial perturbador está a otro orden de magnitud... con lo que somos capaces de desarrollar para desestabilizar esos supuestos puntos de "stasis"...
Y digo supuestos porque ¿realmente existen esos equilibrios entre ecosistemas? ¿No depende también de la escala temporal en la que nos movamos? ¿Y de los factores que controlan esos momentos en la escala? Es difícil abstraerse en la percepción del tiempo, tan centrada en nuestra condición humana ¿verdad?
Desde luego esta es un reflexión que me persigue de forma recurrente, sobre todo cuando se habla de extinciones. Y no es precisamente por los comentarios de algunos desalmados , no precisamente ilustrados...

Ángel, enlazando con esta entrada, te propongo otro tema interesante en el debate de la ciencia:
La inercia del conocimieto.
Es decir, lo difícil que es hacer cambiar las opiniones pre-establecidas.
Te voy a contradecir un poquillo en los ejemplos de los puntos 2 y 4. Lo digo por que pensaba que ya todos sabían que eran leyendas urbanas, lo de que las hayas vinieron de Centroeuropa y que los castaños fueron traídos por los romanos...

Sobre las hayas, en efecto, cuando Huntley y Birks elaboraron a principios de los 80 sus modelos migratorios, aún casi no estaban estudiados yacimientos ibéricos. Ya a principios de los 90 se alzó la voz que contradecía ese origen balcánico, aun admitiendo su expansión, ya que los datos apuntaron a un origen también ibérico.
Lo del castaño ya parece más bien una batalla perdida; ya se dijo hace unos decenios en muchos foros; pero bueno, para los que estén interesados en el tema, les recomiendo esta fabulosa síntesis artículo de Conedera y colaboradores.

Será porque unos lo aprendieron así y otros asá, pero de todas formas, no importa, aunque no sean los mejores ejemplos, lo que atañe a este post está bien digerido...

Saludos.
Joe, que rollo, lo siento.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Ante todo, bienvenido. Matizo un poco alguna idea de las que comentas. Los ecosistmas como sistemas en equilibrio sabemos que no es cierto pero a través de la expresión intenté trasmitir la idea de una red de interacciones donde los equilibrios, o si queremos, los pesos de cada elemento son una solución de compromiso que se debe a las condiciones ambientales y bióticas en cada momento. Y si, el tiempo es esencial, mucho tiempo para que todo se vaya reajustando y, en casos contados, lleguemos a esos sistemas que vemos como estables solo porque nuestra capacidad de observación es muy corta. Sistemas que cambiarán en unos siglos o milenios.
Todo está en cambio pero nuestra influencia puede hacer de que eb esa red de interacciones se rompan simultáneamente cientos o miles de segmentos lo que fuerza a una reacción drástica.
Los ejemplos del castaño (no digo nada de los romanos) y del haya los he puesto, en efecto, de memoria de lo leido hace tiempo. No tengo problema, faltaría más, en deshacerlos porque eran sólo ejemplos de procesos naturales o artificales poco traumáticos. Fíjate que puse (con toda la intención) "los castaños parecen ser una especie introducida..." porque en una búsqueda rápida no encontré seguridades en la afirmación. Lo mismo con el otro ejemplo: "parece que las hayas entraron en la Península Ibérica". Estas expresiones no las pongo al azar sino precisamente por falta de prueba y no aparecen en el resto del texto.
Sobre el tema que propones, la inercia del conocimiento, pensaré un poco. Sí tengo claro que no podemos leer todo lo escrito desde los orígenes y que una buena parte de lo que creemos que sabemos viene de segundas, terceras fuentes o más allá. En el conocimiento creo que somos también una red donde las señales se transmiten poco a poco y cuando son fuertes acaban por llegar a todos los nudos. Aún así, "leyendas urbanas", topicazos y similares existen y persisten. Pero creo que ese tiempo de persistencia es inversamente proporcional a la transcendencia del mito lo que en cierta forma asegura que en las ramas que se investigan con fuerza los mitos se revisan. Luego esas revisiones llegan poco a poco al resto de la red, a veces vía post o comentario :-)
Tomo nota para comentarlo en un futuro. Saludos.

Anónimo dijo...

D. Ángel:

Un 10 como siempre. No comento mucho aquí porque normalmente me limito a leer y aprender, pero estoy suscrito y no me pierdo ni una entrada.

Alguien debería pasarle la dirección de este blog al menda que nos enlaza Rubiales, seguiría haciendo demagogia porque eso no hay quien se lo quite, pero al menos la haría con conocimiento de causa.

Saludos.

Ángel M. Felicísimo dijo...

Poquetacosa, calla, calla, líbrenos [deidad] de trolls :-)
Antonio Burgos da una clave de su pensamiento en una frase breve:
"Si está de Dios que el lince desaparezca..." lo cual es un bonito modo de echar balones fuera y adjudicar responsabilidades al Maestro Armero.
Ya en serio, Burgos no necesita más información, tiene la suficiente para sus argumentos de barra de bar. Además, la discusión con él sería la perdida de un tiempo que no nos sobra.
En este sentido, hace un par de días me entró un comentario en un post de Benedicto de hace unos meses dándome argumentos sobre la imposibilidad de la evolución biológica. El comentario era educado pero le contesté que al comenzar el blog había decidido no discutir sobre tres cosas: la cuadratura del círculo, el movimiento perpetuo y la teoría de la evolución. El caso de Burgos tiene otro matiz pero la discusión es igualmente innecesaria.

Ulisses 101 dijo...

No conozco muy bien los detalles del caso pero me encanta: me explicó un amigo veterinario que una especie de caracoles gigantes africanos empezó a colonizar Hawaii desplazando al caracol autóctono. Entonces las autoridades en la materia decidieron introducir otra especie de caracol africano carnivoro cuya dieta se basaba en el citado caracol gigante invasor. El caso es que resulto que el caracol carnívoro prefirió cambiar de dieta y empezar a comerse a los caracoles autóctonos Hawaianos hasta casi extinguirlos.

Ángel M. Felicísimo dijo...

La tentación ante una especie invasora es hacer la "guerra biológica" introduciendo predadores igualmente "aliens". Pero lo más fácil es eso, que el nuevo bichito no haya leido la letra pequeña del contrato y amplíe sus gustos gastronómicos. Jugar a aprendiz de brujo es arriesgado.

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