19 febrero 2012

El dolmen de Lácara

Hace unos pocos miles de años, allá por el calcolítico, los habitantes de lo que luego se llamaría Extremadura construyeron un gran monumento funerario. Tras las habituales y nunca amables vicisitudes históricas, hoy tenemos a la vista parte de una cámara mortuoria a la que se accede por un corredor, todo ello construido con grandes piedras. En su momento, cuando servía de monumento funerario, todo el conjunto estaba cubierto de tierra lo que suponía un túmulo elíptico de 35 m de eje mayor y 5 m de altura, ya que debía cubrir las grandes piedras que cerraban la cámara final, hoy perdidas.
Ayer me acerqué a última hora de la tarde aprovechando que el frío ha aflojado un poco estos días y buscando un Sol ya muy bajo para evitar la dureza de la sombras. Les dejo unas fotos para que lo disfruten. En mi cuenta de Flickr tienen las versiones de tamaño grande con licencia Creative Commons.
Vista general con la cámara funeraria en primer plano. Todas las piedras (8) que forman la cámara, de unos 5 de diámetro, tendrían la altura de la que hoy queda intacta, a la derecha del corredor, de 5,2 m. El conjunto, algo inclinado hacia el interior y que, por tanto, que se cierra en altura, estaría cubierto por una gran losa horizontal de la que no quedan restos.
Entrada al corredor. Fotografía hecha desde el "vestíbulo", de unos 6 m de largo y antes también cubierto. Las jambas y la piedra superior forman una entrada de apenas 1x1 m a las llamadas "antecámaras", hoy aún cubiertas. Las dos antecámaras se diferencian por una segunda puerta definida por dos piedras más estrechas que se ven a continuación en la foto. Al fondo está la cámara funeraria a la que se accede a través de una tercera puerta.
El corredor desde la cámara. la octava losa que formaba la cámara estaba apoyada sobre el dintel de esta entrada, donde se observa una acanaladura tallada que serviría de asiento.
El dolmen de Lácara fue mencionado, que se sepa, por primera vez en 1875 por el escritor Vicente Barrantes y visitado por el arqueólogo Juan Ramón Mélida a primeros del siglo XX. Este fue quien consiguió incluirlo en el catálogo de Monumentos Nacionales en 1931, aunque sin realizar excavaciones ni estudios.
Las primeras campañas se realizaron por Martín Almagro Basch entre 1957 y 1958. Las excavaciones mostraron que el túmulo había sido saqueado desde muy antiguo y que los restos, tanto óseos (algunos humanos, de los antiguos enterramientos) como de puntas de flecha o cerámica, estaban desordenados y revueltos. También se dedujo de los restos, que la estructura había sido utilizada como vivienda durante siglos, dados los niveles con hogares encontrados.
En el momento de la excavación de Almagro, éste menciona que el túmulo está bien conservado y delimitado por 24 piedras de contención, de las cuales la mayor cierra el "vestíbulo", primera parte del corredor. El corredor está orientado aproximadamente de Este (entrada) a Oeste (cámara) y mide 20 m de largo por algo más de 2 m de ancho en su interior.
Respecto a los útiles encontrados en las excavaciones, Almagro menciona muchos aunque muy mezclados: dos puntas de flecha de bronce y un centenar de sílex, una plaza de pizarra de unos 20 cm grabada a buril con motivos geométricos triangulares, piezas de adornos, como cuentas de pizarra, fragmentos de hojas de lanza o cuchillos de sílex, fragmentos de cerámica, etc.

Con bastantes dificultades podemos encontrar en internet la referencia científica de mayor interés sobre este monumento, escrita por el mencionado Martín Almagro Basch y de donde he sacado la mayoría de los datos mencionados en el post:


El dolmen es fácil de encontrar aunque no se suele incluir en los circuitos turísticos habituales. Si circulan por la autovía A-66 en sentido Cáceres-Mérida, abandonen ésta unos 15 km antes de llegar a Mérida, en la salida Aljucén-Nava de Santiago. Tomen la EX-214 hacia la Nava de Santiago y a unos 8,5 km verán una señal indicativa no muy grande. Crucen la carretera a la izquierda y dejen el coche ya que a unos 100 m comienza el camino. Este debe hacerse a pie, está bien marcado y nos llevará al monumento sin dificultades en unos diez o quince minutos atravesando un paisaje de dehesa. 

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