28 mayo 2017

Diáspora

A mediados del siglo XIX, una curiosa pieza arqueológica fue ofrecida a un ciudadano extremeño que la compró para su colección particular. Es un pieza un tanto especial: con casi 4 kg de peso, elaborada en bronce, representa una escena de caza sobre un  carro. En ella, un jinete persigue a un jabalí con ayuda de un perro. Dado que las figuras están sujetas con pernos al carro y que hay dos agujeros libres en la parte delantera derecha, se deduce que había otro perro en la escena que ha desaparecido.
El vendedor le dijo al coleccionista que había encontrado el carro en Mérida pero no dio detalles sobre el lugar concreto. La escena es familiar y pertenece probablemente a la mitología griega: Meleagro, hijo de Eneo y Altea tuvo que cazar al jabalí de Calidón, enviado con muy mala uva por Artemisa, enfadada con Eneo por no haberle ofrecido suficientes sacrificios.
La referencia publicada más antigua de esta pieza es una fotografía que aparece en la Historia General de España de 1888 de Modesto Lafuente (vol. I, pág. 247, disponible en la Biblioteca Digital de Castilla y León). La Geografía no comenta nada interesante sobre el carro pero seguro que contribuyó a hacerlo conocido. Aún así, tuvieron que pasar casi 50 años hasta que, en 1930, la pieza fue analizada por el arqueólogo Robert Forrer que, según parece, la compró por 8000 pesetas y la envió al Musée d’Archéologie Nationale (antes des Antiquités Nationales) de Saint Germain-en-Laye, en Francia) donde actualmente se conserva restaurado.
Al día de hoy, en ausencia de información sobre el contexto arqueológico, el carro se data alrededor del siglo VI o V a.C. En algunos textos se menciona como lugar del hallazgo la “casa de Meleagro”, pero no le hagan mucho caso porque, entre otras cosas, de dicha casa no queda rastro alguno ni siquiera bibliográfico y se parece sospechosamente a la denominación genérica de la escena (”Caza de Meleagro”). Incluso su localización en Mérida no debe tomarse muy en serio, aunque solo sea porque no hay evidencia suficiente para suponer la existencia de una Mérida prerromana de cierta entidad.

La fotografía de la Geografía forma parte de la colección de placas de cristal del Ateneo de Madrid y fue tomada por Jean Laurent Minier, aparentemente en la misma Mérida.
Esta pieza es una de tantas que en los siglos XIX y XX sufrieron ventas y traslados desde su lugar de origen a museos o colecciones particulares de medio mundo. Hay que tener en cuenta que la primera normativa protectora del patrimonio arqueológico fue la Ley de Excavaciones Arqueológicas del 7 de julio de 1911, promulgada por Alfonso XIII. Esta ley prohibe el deterioro intencionado de los restos pero aún concede la propiedad de los mismos a particulares cuando estos sean “descubridores autorizados”, permitiendo la confiscación de los encontrados por lo que hoy llamaríamos “piratas”. La ley se promulga ante los escandalosos expolios que se producían en esta época, denunciados por arqueólogos del momento, y buscaba una solución de compromiso entre la propiedad privada y la naturaleza de patrimonio público de los bienes arqueológicos, además de darle importancia a la metodología científica en la excavación. Tal vez lo más relevante de esta ley fue la obligación de tener autorización administrativa para realizar excavaciones, algo que frenaría el completo descontrol que frecuentemente concluía con la expatriación de los objetos.
Toda esta historia es larga y tiene sus expertos por lo que me limitaré a decir que en este contexto y hace algo más de un año se nos ocurrió una idea que parecía interesante: catalogar los bienes arqueológicos extremeños que hoy están fuera de la región. El “carro de Mérida” es uno de ellos pero hay muchos más, cada uno con su historia. Por ejemplo, es también conocido el “guerrero de Medina de las Torres”, una estatuilla de bronce de algo más de 30 cm de altura que está en el Museo Británico en Londres desde la década de 1920. Menos conocido, creo, es el “tesoro de Mérida”, un conjunto de cuatro piezas de oro que fueron al mismo museo en el siglo XIX y sobre el que no hay apenas información salvo la nota de que se encontraron en 1870 en una tumba infantil.
A los objetos anteriores hay que añadir muchos más que hoy están en museos españoles. Destaca por la cantidad de piezas el Museo Arqueológico Nacional, creado por Real Decreto de Isabel II el 20 de marzo de 1867, a donde llegaron piezas de todas las provincias españolas incluyendo, claro, numerosos hallazgos de las excavaciones en Extremadura. En una visita al MAN encontramos cosas como los ídolos placa de Granja de Céspedes, varias aras romanas de Mérida, estelas de la Edad del Bronce como las de Granja de Toriñuelo o Solana de Cabañas, los “tesoros” de Berzocana y Aliseda…
El proyecto que mencioné y que llamamos Diáspora, persigue investigar este acervo, catalogarlo, documentarlo y difundirlo. La idea de realizar catálogos de bienes históricos no es nueva, por supuesto, y la propia Extremadura tiene obras esenciales como cuando las Comisiones Provinciales de Monumentos Históricos y Artísticos promovieron los inventarios o catálogos de los monumentos histórico-artísticos de España. Cáceres y Badajoz vieron los suyos realizados por José Ramón Mélida y editados a mediados de la década de 1920. Estos catálogos, sin embargo, sólo recogieron los bienes presentes en el territorio sin considerar los bienes exiliados.
Diáspora se llevará a cabo en tres años. En el primero abordaremos la búsqueda y catálogo de piezas, en el segundo la documentación histórica, bibliográfica, fotográfica y mediante modelos 3D, en el tercero elaboraremos los documentos de difusión de lo encontrado. Aunque esta es la estructura general, pretendemos crear de forma casi inmediata un wiki abierto para que se pueda seguir la evolución del proyecto y se puedan aportar ideas y contribuir, por qué no, en las tareas de búsqueda y documentación. Mientras todo esto se pone en marcha, os dejo con una de las piezas que más me gustan, el “idolo de Extremadura”, un nombre coloquial para un cilindro de 19 cm de altura, tallado en alabastro y con lo que parecen ojos grabados; está datado en el tercer milenio a.C.


1 comentarios:

Blog te atraparé dijo...

Buen proyecto. Sugerente nombre.

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