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31 marzo 2011

Enseñanzas de Fukushima

El desenlace del caso Fukushima aún está por ver y tampoco conocemos sus consecuencias con exactitud. En estas semanas hemos leído de todo, desde los que afirman que el accidente es una muestra de la resistencia de las centrales y, por tanto, de su seguridad, hasta los que sostienen exactamente lo contrario.
Por mi parte, lo que he aprendido no es sobre la seguridad sino sobre las conductas. No importa que las centrales sean más o menos fiables, que todo haya sido por un terremoto seguido de un tsunami, no importa que las medidas de seguridad sean doble o triplemente redundantes. Lo que importa es que la gente, nosotros, somos mucho menos fiables que la tecnología. Lo relevante es que no somos de confianza.

Un mapa ficticio para añadir más confusión aún (ver por qué)
Lo que quiero comentarles aquí es que, aunque la tecnología nuclear de fisión es potencialmente muy peligrosa, el auténtico peligro somos nosotros.
El caso Fukushima es consecuencia de una conducta temeraria previa: poner una central en una zona de altísimo riesgo sísmico y, además, justo al borde del mar. Tal vez lo primero sea difícil de evitar en Japón (aunque el riesgo no es homogéneo) pero lo segundo creo que no lo era tanto. Es el mismo tipo de imprudencia que llevó en España a la catástrofe del camping de Biescas en 1996. A alguien se le ocurrió ponerlo justo debajo de un cono de deyección de un torrente y nadie quiso corregirlo a pesar de los avisos. Lo del terremoto, incluida su magnitud, era previsible, y el tsunami no fue algo sorprendente. A pesar de eso, alguien decidió poner la central en la costa.
Si la mala evaluación del riesgo es el primer síntoma de que no somos de confianza, el segundo es la falta de transparencia: la información debería ser, desde el principio, veraz, continua y centralizada ante un caso tan grave como este. Aunque poco a poco ese aspecto ha ido mejorando, durante muchos días la realidad fue otra: mensajes esporádicos, ambiguos, contradictorios... (1). 
En resumen: podemos debatir sobre la conveniencia de la fisión nuclear como fuente de energía pero antes deberíamos corregir nuestras actitudes en cuanto a responsabilidad y transparencia. Yo estoy razonablemente seguro de que las centrales en España están bien controladas pero no acabo de quitarme la sensación de que si ocurre un problema serio no nos lo van a contar con la exactitud y rapidez que me gustaría.

(1) Hay que mencionar las dos vías de información que la empresa TEPCO mantiene abiertas. La primera es una cuenta en Twitter (@OfficialTEPCO) pero que solo está en japonés y cuenta con 44 notas, algo evidentemente ridículo para lo que está pasando. Google permite traducir estos mensajes con bastante dificultad pero está claro que al menos los últimos son solo avisos de cortes de luz y agradecimientos por el ahorro de energía. Nada de mantenerte al día de los problemas.
La segunda vía incluye valores de radiactividad mediante hojas en formato PDF que se van añadiendo poco a poco a una larga lista. Aunque se aportan medidas frecuentes son solamente de unos pocos sitios (Nearby MP-4, Main building, Main gate, West gate) y el formato es lo más incómodo que pudieron elegir para hacerse una idea de la evolución del problema. Menos es nada, por supuesto, pero debería ser mucho más, especialmente ahora que están apareciendo rastros de contaminación en el agua y los alimentos incluso a muchos kilómetros de distancia.
Por su parte, el Consejo de Seguridad Nuclear español proporciona informes diarios que son de agradecer. Tal vez es el sitio donde podamos seguir con más detalle, dentro de lo que cabe, la situación. 
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