22 noviembre 2008

Redundancia


Dado que me voy de viaje no he tenido tiempo de armar algo coherente hoy. Tirando de archivo, les dejo con la foto de abajo, digna de cierta reflexión. La tomé en un museo militar portugués. El rótulo pintado en el aparatito dice "dummy guided missile".

20 noviembre 2008

Genes Terminator

El 3 de marzo de 1998 se aceptó la Patente 5723765 en los EE.UU. con el nombre "Control of Plant Gene Expression" y que cubría algo llamado TPS, siglas de "Technology Protection System". La patente estaba a nombre de un Servicio de Investigación del Departamento de Agricultura de los EE.UU. y de una empresa llamada Delta and Pine Land Co.

TPS es el resultado de técnicas de ingeniería genética y se refiere a algunas plantas que tienen su ADN modificado. El objetivo final de la TPS, a pesar de su ambiguo nombre, es simple: el agricultor comprará semilla de un cultivo, ese cultivo crecerá y será cosechado normalmente pero si pretende reservar parte de la nueva semilla para la siguiente cosecha fracasará porque esas semillas no son viables. El agricultor tendrá que comprar nueva semilla en cada cosecha que quiera recoger.

La TPS ha sido bautizada por sus críticos como "gen terminator" ya que mata los embriones de las plantas en desarrollo para no se puedan volver a sembrar en años posteriores.El sistema es complejo pero creo puede entenderse al menos en sus grandes rasgos. Partimos de que el genoma de las plantas ha sido manipulado y se han introducido 3 genes nuevos: dos bacterianos y uno de otra planta. Estos tres genes actúan secuencialmente y sus papeles son los siguientes:

  • Gen 1: cuando se activa mediante un promotor (P1) permite que se produzca una proteína represora (PR) que se une a un sitio concreto del gen 2.
  • Gen 2: tiene su propio promotor (P2) que activa la producción de una proteína recombinasa (PRC). Sin embargo, entre ambos existe un sitio de unión donde puede unirse (o no) la PR del gen 1. Si la PR se une, se bloquea la acción del promotor P2 y la proteína recombinasa PRC no se produce. Si la PR no está presente, el promotor funciona y la PRC se produce.
  • Gen 3: tiene su propio promotor (P3) que activa la producción de una toxina letal para los embriones de la planta. Sin embargo, entre ambos existe un bloqueador que impide esa acción del promotor. La proteína recombinasa PRC producida por el gen 2 corta el fragmento de ADN correspondiente al bloqueador eliminándolo y permitiendo la producción de la toxina. En este caso el embrión muere. El promotor P3 es tardío, es decir, actúa sólo cuando la semilla está madura con lo que la cosecha es normal pero los embriones de las semillas están muertos.

Como verán, esta imaginativa reacción en cadena sólo se produce si la proteína represora PR del gen 1 llega al punto de unión del gen 2. El truco está en que este paso puede controlarse tratando la semilla con un producto químico antes de su venta. Este producto, llamado inductor, bloquea el sitio de unión en el gen 2 impidiendo que la PR haga lo mismo con lo que la PRC se produce, elimina el bloqueador del gen 3 y la toxina hace su aparición estelar. Si la empresa productora quiere tener cosechas propias normales y fértiles le basta con no hacer el tratamiento químico con el inductor.

La TPS no es útil para todos los cultivos. Así, las semillas híbridas procedentes de plantas con fertilización cruzada no son conservadas por los agricultores porque sus propiedades se desvanecen en una o dos generaciones. En este sentido, los productores pueden vender sus semillas sin más protección que la que le brinda la genética natural. Es el caso del maíz, del sorgo o del girasol. En cambio, las líneas que se autopolinizan son más estables y la endogamia permite que sus propiedades permanezcan año tras año. Son estas plantas las que son adecuadas para aplicar la TPS y evitar que el agricultor pueda reutilizarlas al año siguiente.

Como verán, el sistema es de los que hace pensar. Las empresas lo defienden y sus argumentos no son malos: la creación de una variedad de semilla de alto rendimiento cuesta decenas de millones de euros y esa inversión debe protegerse. Pero por tora parte, el pequeño agricultor, especialmente en los países pobres, teme que las grandes corporaciones tomen el control de las semillas y su vida dependa de una política de precios arbitraria donde ellos no van a tener ninguna influencia. En cualquier caso, el anzuelo puede ser la mayor productividad y resistencia a plagas de estas variedades, que puede tentar a los campesinos a abandonar las tradicionales y dejarse caer en este "anticiclo" donde todo debe volver a empezar cada año.

Pero queda contar la última novedad que intenta reducir las críticas a la TPS. Se llama T-Gurt y es una técnica, también de plantas transgénicas pero, en este caso, las semillas pueden utilizarse de un año a otro porque son fértiles. ¿Cuál es el método de control entonces? Pues que las características de alta productividad o de resistencia de esas semillas deben ser activadas antes de la siembra mediante un producto químico que, como pueden suponer, hay que comprar a la casa comercial. ¿Un avance? Tal vez sí pero, en cualquier caso, la gran cantidad de variedades que aún existen de muchos cultivos está claramente amenazada por el dominio de unas pocas estirpes genéticamente homogéneas. ¿Qué opinan ustedes?

19 noviembre 2008

Daños irreversibles

Debo confesarles que cuando oigo hablar de medidas de protección de la naturaleza con supuestos efectos a medio o largo plazo no puedo evitar pensar que estamos como siempre, dando vueltas sin abordar los problemas auténticos que están devastando el mundo. Algunos son poco espectaculares, como la destrucción, desestructuración e impermeabilización de los suelos, otros son tan evidentes como las imágenes que les pongo abajo.

Mato Grosso era hasta hace poco una zona casi inaccesible en el centro de la Amazonia. Ese aislamiento se rompió tras la construcción de un ferrocarril y de varias carreteras. Aún así, su densidad de población actual no llega a las 3 personas por km2. En esta zona, antes virgen, se vive en buena medidas de industrias extractivas, tanto minerales como de madera. Los resultados los tenemos en las dos fotos tomadas por satélites con un intervalo de 10 años. Los colores no son reales, obviamente. El color rojo representa la vegetación (corresponde a la reflectancia en el infrarrojo próximo, muy intensa en la clorofila). Las zonas deforestadas aparecen en tonos grises o marrones claros. Los resultados de la intervención humana creo que no necesitan más comentarios.

Imagen del Landsat-5 tomada en agosto de 1992


Imagen de ASTER tomada en julio de 2006

No sé si esto tiene moraleja pero está claro que si no se abordan problemas urgentes será poco útil pensar en planes que sólo tendrán efectividad dentro de décadas. La selva tropical no se recupera fácilmente y los suelos que quedan tras la deforestación sólo son fértiles durante un par de años: todo un ejemplo de explotación no sostenible.
Las imágenes han sido tomadas del Earth Observatory.

16 noviembre 2008

Panorámica del fin de semana

Lagoa das Furnas, San Miguel, Azores
Panorámica de 5 fotos verticales

Las Azores son islas de origen volcánico cuya actividad permite observar manantiales sulfurosos hirvientes, bañarse en aguas marinas con surgencias calientes o generar energía eléctrica mediante una central geotérmica. En la isla de San Miguel, los cráteres están hoy inundados aunque los volcanes siguen activos. El volcán de Furnas es uno de ellos, donde lo más visible es la presencia de fumarolas y surgencias de aguas termales sulfurosas, y lo menos, la emisión difusa de gases a través del suelo y su potencial concentración en zonas poco ventiladas: se han medido en casas del pueblo concentraciones de CO2 superiores al 20% (en volumen) cuando lo normal es no llegar al 0.5% (1, 2). En San Miguel se han registrado 5 erupciones en los últimos 500 años y, en el caso de Furnas, el intervalo entre erupciones se estima entre 200 y 400 años aunque se trata de un estadístico exclusivamente descriptivo de los acontecimientos pasados, sin que tenga valor predictivo alguno.

12 noviembre 2008

¿Se puede saber que Dios existe? La respuesta es...

La cuestión que alguna vez nos preocupó está zanjada. La demostración ha sido habilidosa, todo un hallazgo. Juzguen ustedes mismos. Era una jornada en la Universidad Francisco de Vitoria, privada y de "inspiración católica", donde se debatía sobre una de tantas preguntas del millón: ¿se puede saber que Dios existe?
Y para debatir se formaron dos equipos, uno apoyando el sí y otro defendiendo el no.
El argumento empleado por un tal Salvador Antuñano, profesor en dicha universidad e integrante del equipo del sí, fue demoledor:
"Sólo hay un modo válido de responder en positivo sobre esta cuestión que se nos plantea: sabiendo que Dios existe. Y esto implica ya una ventaja existencial y epistemológica para nuestro equipo sobre el otro".
Pues eso, se acabó la discusión. Irrefutable. Este colega los tiene (es sólo una opinión) como el caballo de Espartero. Si quieren leerlo completo pulsen aquí.

10 noviembre 2008

No hay incompatibilidad entre evolución y creación

El cardenal Christoph Schönborn, que ya ha aparecido alguna vez en este blog, ha hablado de nuevo ante la Academia Pontificia de las Ciencias y ha dicho "no existe contraposición entre evolucionismo y creencia en la Creación". Notarán que hoy estoy positivo porque la expresión me gusta: habla de "creencia" en la Creación, algo ajustado a lo que realmente es, mientras que no parece haber hablado de "creencia" en la evolución. O tal estoy hilando demasiado fino, puede ser.

¿Dónde está el problema entonces? Aclara Schönborn que lo que existe es:

"un conflicto entre dos concepciones diversas del hombre y de su racionalidad, entre la visión cristiana y un racionalismo que pretende reducir al hombre a su dimensión biológica".

Y me alegro de estar de acuerdo de nuevo: ese es el problema. Bueno, más exactamente, ese es su problema. Schönborn añade

"aun enriqueciendo nuestro conocimiento de la vida, esta teoría [de la evolución] no responde a la gran pregunta filosófica: ¿De dónde viene todo y cómo ese todo toma un camino hasta llegar al hombre?"

Como ya me conocen, no insistiré en que las respuestas de las religiones a esa pregunta no me parecen más satisfactorias que las de un horóscopo de periódico, por poner un ejemplo. El caso es que a Schönborn las respuestas de su religión sí le satisfacen y aparentemente le resuelven todas las dudas sobre "de donde viene todo".

Sin necesidad de meternos en filosofía, opino que la ciencia sí hace alguna propuesta sobre nuestros orígenes y el camino seguido hasta el presente. Otra cosa es que sean propuestas incómodas e incompatibles con las premisas que Schönborn, después del buen rollo inicial, nos señala para marcar el territorio y definir qué debe ser y qué no:

se trata de descubrir "que existe una idea precedente, que el hombre no es fruto del caos, sino que 'ha sido pensado', 'querido' y amado" por el Creador.

Dejando aparte lo del "caos", un error clásico en los críticos de la evolución (y una falacia de los creacionistas) se trata de sostener esa posición privilegiada de nuestra especie ante el resto de los seres vivos. Antes eso era fácil pero la cosa se complicó cuando la teoría de la evolución y la genética nos bajaron del pedestal sin anestesia. De considerarnos seres nada menos que a imagen y semejanza de Dios, pasamos a un estatus mucho más terrenal. La incómoda sugerencia de la ciencia es, para escándalo de muchos, que somos simplemente una de tantas ramitas de un árbol evolutivo común. Nada de seres privilegiados, nada de dueños del mundo, nada que sugiera otra cosa que un sistema biológico complejo y nada disonante con sus parientes vivos.

Y ese es todo el problema: por un lado, una realidad que nos sugiere que no somos más que unos primates sociales con un destacable y tal vez efímero éxito evolutivo. Por otro, una afirmación de que somos "seres espirituales" lo que exige la existencia de algo sobrenatural que necesita, a su vez, un ente creador de las mismas extrañas características.

El pecado de la evolución, y en general de la ciencia, está en que conduce sin grandes conflictos lógicos, al materialismo. Y de ahí al descreimiento no hay ni medio paso; recordemos la gran cantidad de no creyentes entre los científicos en comparación con el resto de la sociedad (1).

Y por terminar bien y que alguno no se enfade conmigo :-( , valoro que Schönborn parezca en primera instancia aceptar los resultados de la ciencia. Que se oponga luego al "racionalismo" porque lleva a descartar en la práctica la existencia de espíritus inmortales, entes sobrenaturales y tal, es otra cuestión y va en el precio. Allá cada cual con su credulidad si no intenta meterse en terrenos ajenos. Pero esto no ha terminado, ahora les queda la incómoda cuestión de cuando al prehomínido se le insufló ese espíritu en el continuo de la evolución humana. De Prada dice que en las cavernas pero no me parece que sea un vocero de gran calidad, a ver si gente más ilustrada se aclara y nos lo explica.

(1) He perdido la referencia, si alguien me la recuerda se lo agradecería.

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